domingo, 19 de octubre de 2014

Huevos tontos de langostino con crema de Arzúa Olloa y vieiras salteadas en soja y aceite de marisco

Junto al ternasco y los melocotones en vino, los huevos tontos son uno de los puntales sobre los que se asienta la más típica gastronomía de Aragón. Es un plato que todo turista debe comer. Tienen su origen en la ribera del Ebro, y dependiendo de dónde nos encontremos se preparan solos, con longaniza o bacalao. Nos encontraremos pues con diferentes recetas, aunque todas comparten los ingredientes principales. 

























Como el gazpacho, el ajoblanco, las migas o el salmorejo, el origen de la receta se pierde en la tradición popular. Huevo, pan y ajo eran tres de los ingredientes más baratos que se podían encontrar en tiempos de carestía y la sabiduría, y sobre todo, ingenio de las amas de casa de aquellos tiempos dieron lugar a una receta que pretendía llenar el buche con el menor coste posible, fruto de lo cual también se los conoce como engañamaridos.


Increíblemente mis padres no habían probado nunca este plato, pese a las temporadas que pasan en Calatayud, por lo que me presté a cocinarlo haciendo una variante del mismo. Lo había preparado varias veces siguiendo la receta más tradicional y en esta ocasión quería dotarlo de un acento más marinero, introduciendo el marisco como el elemento principal.

Ingredientes (para dos personas): 

4 Mendrugos de pan del día anterior
Nata líquida
6 Langostinos
2 Dientes de ajo
Perejil
Sal
1 Huevo
Carne de 6 vieiras
Soja
Queso Arzúa Olloa
Alga nori

Vamos a preparar la masa de nuestros huevos tontos. En un vaso de batidora mezclamos el pan, un chorro de nata líquida, que yo prefiero frente al agua, la carne de los langostinos, los dientes de ajo y el perejil. Batimos hasta conseguir una masa homogénea y salamos. 

Retiramos del vaso y, con la ayuda de un rodillo, logramos una masa firme que cortaremos en rectángulos. Conviene hacerlos de diámetro un poco más grande por si hay que rectificar la forma. Si queréis que queden los más rectos posibles aconsejo introducir en el congelador y, antes de que congelen, retirarlos y cortarlos en frío. 

Paralelamente freímos en aceite de oliva las cabezas de los langostinos y el aceite resultante, una vez colado, lo mezclamos con salsa de soja, dando lugar a la salsa con la que saltearemos la carne de nuestras vieiras. 

La salsa de queso se elabora mezclando la nata líquida y el queso hasta conseguir la textura deseada. Conviene remover para ayudar a que liguen. Una vez preparada apartamos del fuego y retiramos. 

Toca preparar el plato. En esta ocasión el emplatado se hará al mismo tiempo que la preparación. Freímos en abundante aceite la masa hasta que tome color dorado. Retiramos y secamos en papel absorbente para eliminar el sobrante de aceite. Colocamos sobre el plato. 

Calentamos la salsa y la vertemos, napando ligeramente alguno de los huevos. Salteamos la carne de las vieiras, primero con unas gotas de aceite, hasta que doren, para luego añadir la mezcla de aceite y soja con la que terminaremos la guarnición. Servimos en paralelo coronando con un poco de perejil finamente picado. 

Por último cortamos en láminas muy finas una lámina de alga nori seca. Rociamos unas gotas de agua por encima para hidratarla y ahuecamos para dar forma. Con ésto conseguiremos que el plato tenga ese aroma característico del alga y aportamos un pequeño crujiente. En realidad ésta era una aproximación a niponizar el plato que ya prepararé en otra receta.

Espero que os haya gustado, y... ¡Echadle fogones!

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