Spanakotiropita, bajo este nombre casi impronunciable se esconde uno de los mezedes o aperitivos griegos más sabrosos. Los ingredientes son tres pilares de la gastronomía helena: queso feta, pasta philo y espinacas. De hecho, la combinación de los dos primeros la podemos encontrar en numerosas recetas y puedo aseguraros que es algo realmente delicioso.
En esta ocasión he querido partir de la receta original, con una serie de modificaciones que veréis más anajo, darle un pequeño toque francés añadiendo una especie de huevos a la taza y terminar con una salsa agridulce que maride con el crujiente de la pasta y el sabor eminentemente salado del feta. El resultado, a continuación.
Ingredientes (para dos personas):
300 gr de Espinacas frescas
100 gr de Queso Feta
50 gr de Queso fresco de untar
1 Puerro
1 Cebolla
1 Huevo
Sal
Cebollino
2 Dientes de Ajo
20 gr de Nueces
Cebollino
Pimienta blanca
Mostaza
Miel
Zumo de limón
Antes de nada advierto que la receta parte de la idea original de spanakotiropita pero la rehago totalmente a mi manera, basándome en el sabor original intento realzar la textura y el sabor del relleno que es el alma mater de la receta, por lo que si alguien busca la forma original de hacerla hay muchos enlaces en Internet para buscar la forma más ortodoxa.
Vamos a dividir el relleno en dos partes, uno va a estar compuesto por espinacas y feta y el otro va a ser el resultado de mezclar dos quesos, el mencionado feta y otro de sabor mucho más neutro. Para el primero vamos a comenzar por preparar las espinacas. Para ello las calentamos en una sartén con aceite de oliva, los dos dientes de ajo picados muy finos, el puerro y la cebolla.
Al cabo de un rato las espinacas habrán reducido enormemente su tamaño, es el momento de salpimentar e ir añadiendo la mitad del queso feta. De esta manera lograremos que los sabores liguen de forma más efectiva. Añadimos las nueces picadas y apartamos.
El segundo relleno lo haremos mezclando el resto del queso feta con el queso de untar (vale con un Philadelphia) y añadiendo cebollino picado muy fino.
Con el relleno ya listo podemos ir preparando la base de nuestras tartaletas. Para ello cortamos pasta philo o brik en trozos cuadrados y vamos colocando varias rotando algunas para que sobresalgan los vértices de modo que aparezcan unos pequeños triángulos en la mitad de cada cuadrado. Iremos alternando y colocaremos entre 6 y ocho trozos por tarta.
Con cuidado las introducimos en moldes previamente untados de mantequilla. Comprobaremos que aparecen unas "puntas" hacia fuera, es el resultado de haber colocado los trozos de la manera anterior. Pasamos a rellenar las tartaletas. Primero colocamos la mezcla de quesos como un suelo sólido, para evitar que el aceite que desprenden las espinacas provoque que se rompan por abajo. Añadimos después el otro relleno y coronamos con un huevo batido. Salpimentamos e introducimos en el horno a 200º. En unos veinte minutos estarán preparados.
Mientras tendremos tiempo de preparar la salsa. Para ello mezclamos mostaza y miel hasta que demos con el sabor deseado y añadimos un poco de zumo de limón. Como veis, más sencillo imposible.
A los 20-25 minutos ya tendremos listas las tartaletas. En este punto, si queréis que queden con un color más dorado se pueden gratinar ligeramente añadiendo además un poco de mantequilla a la masa con mucho cuidado. Para emplatar, colocamos las tartas en el centro y añadimos una línea curvada de la salsa y damos por terminado este plato.
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